Esto significa que si una persona pone en venta, por poner un ejemplo, un libro de Steven Pinker, cuando otra persona le compre el libro, éste se borrará del dispositivo del vendedor para descargarse en el dispositivo del comprador, el que contará con la licencia de uso para acceder al libro.
Si bien Amazon sólo recibió la patente, lo que no implica que vaya efectivamente a crear este mercado de objetos digitales de segunda mano, sin duda es una iniciativa interesante pues se aprovecha un punto a favor muy relevante de un artículo electrónico: Éstos no se degradan con su uso.
Eso si, la patente señala que “cuando un objeto digital supere un determinado número de transacciones, se suspenderá o terminará la posibilidad de ‘moverlo’ entre usuarios“. O sea, no se podrá transar de forma infinita un artículo electrónico.
Lo que esta patente revela además es un problema pendiente del futuro del mercado digital: ¿Cómo pueden los autores originales de un artículo digital beneficiarse de la venta de segunda mano?
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